viernes, 27 de noviembre de 2009

Teorías absurdas que no lo son tanto (II): La alimentación de los osos panda


Parece que me ha gustado esta sección estúpida del blog... ya me cansaré. Pero hasta entonces, os daré el coñazo.

Hace unos cuatro o cinco años, hablando con mi amigo Juanqui, encontramos otra teoría absurda que no lo era tanto. En realidad hemos tenido montones de conversaciones surrealistas en que hemos acuñado montones de ellas, pero estas cosas se olvidan si no las apuntas (cosa que estoy empezando a solucionar, por el momento) y ahora mismo sólo me acuerdo de esta.

Pues eso, a lo que iba... hace cuatro o cinco años, un día debatíamos sobre el asunto del peso. Yo sostenía que no es bueno comer hierba, que las vacas sólo comen hierba y están muy gordas, así que tiene que ser malo (sí, sé que también comen pienso, pero algo tenía que decir para defenderme). De las vacas acabé pasando a los pandas, cómo no... Los pandas comen sólo bambú, prácticamente (por eso, entre otras cosas como sus extraños hábitos de reproducción, están en peligro de extinción). Y están gordos. El bambú no debería engordar, porque al fin y al cabo es un tipo de hierba; es como si alguien comiese sólo lechuga y pesase 200 kilos... no es muy lógico.

Así que llegamos a la conclusión de que los pandas hacen trampa, porque se puede engañar muy fácilmente a la gente con el bambú, que es hueco. Parece que comen bambú, así a secas, pero en realidad comen bambú relleno de magdalenas. Eso explica que estén tan gordos.

Para otra teoría absurda que no lo es tanto sobre pandas, mirad aquí. Y ya de paso me autopublicito.



Y aquí está el link de donde he sacado la foto de este bicho tan majo.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Teorías absurdas que no lo son tanto (I): La creación del mundo



En los momentos más absurdos es cuando salen las mejores teorías. La prueba de ello es que este sábado estaba con Jorge (mi chico, novio, pareja, o como léxicamente queráis llamarlo) en un camino que salía de un pueblo perdido en Ciudad Real, llamado Horcajo de los Montes y que estaba al lado de otro pueblo llamado Retuerta del Bullaque (cuyo nombre da para escribir todo un ensayo; lo cierto es que el día anterior, en el camino en coche, hubo una divagación previa, de la que puede que acabe hablando otro día, sobre de dónde vienen los nombres de los pueblos en general... pero me estoy yendo por las ramas). El caso es que ese camino llevaba a un lugar que se llamaba la Chorrera y que era una especie de cascada muy potita y herposa. Y me sigo yendo por las ramas...

Lo que quiero tratar ahora es que, en la primera parte de ese camino (cuando aún era semi-asfaltado y sin ir campo a través, es decir, como se ve en la foto) empezamos a hablar de uno de esos temas trascendentales que normalmente se tratan en momentos poco trascendentales; en concreto, de la creación del mundo.

Todo comenzó, según creo, cuando Jorge me habló de una vez que unos amigos y él habían dicho que quizá somos el experimento olvidado o fallido de una raza superior. Ya sabéis, se empieza el experimento con ilusión, y cuando se ve que es una mierda, se deja aparcado. Esto explicaría por qué algunas civilizaciones, como la egipcia, parece que recibieron ayuda externa. La conversación pasó a mi antigua visión religiosa; ahora me considero agnóstica, pero mis padres son religiosos y he ido a un colegio de monjas, así que tengo un pasado católico. En mi adolescencia, antes de dejar de creer del todo, pasé por una etapa en la que imaginaba a dios como un niño jugando con una granja de hormigas. Es fácil de imaginar, ¿no? El niño mira las hormigas a ver qué hacen, de vez en cuando les echa comida o salva a alguna de alguna muerte segura o terrible desgracia, y pasa bastante del tema en general.

Y esto dio lugar a la teoría que quería explicar aquí desde un principio... tres párrafos después. Jorge sugirió que quizá dios creó el universo, y se dedicaba a hacerlo funcionar tranquilamente. Pero dios, como mucha gente, tenía un hijo. Un niño porculero que no le dejaba en paz; intentaba meter mano en lo que hacía, preguntaba todo el rato y berreaba por motivos diversos y variopintos. Y dios, hasta los huevos del crío, le dio un planeta de los más pochos para que jugase con él y le dejase vivir un rato.

El planeta, por supuesto, era el nuestro. Empezamos a divagar los dos, y todo dio lugar a diferentes e inquietantemente lógicas afirmaciones:

― Al principio había muchos milagros y se notaba la mano del creador en el mundo, porque el niño estaba encantado con su juguete nuevo y no paraba de trastear con él. Con el tiempo fue perdiendo interés, como todos los críos (y adultos), y por eso cada vez está todo más descuidado y no hay milagros ni intervenciones divinas ni leches en vinagre.

― Animales absurdos, como los dinosaurios o el ornitorrinco, son una clara muestra de un niño pequeño aprendiendo a usar la plastilina. Que todo, aún hoy en día, funcione tan espantosamente mal es otra clara muestra de que el niño en cuestión no era demasiado hábil.

― Cosas como el Diluvio Universal, la caída de Adán y Eva y de Babilonia, las plagas y otros espantosos castigos divinos fueron fruto de la mente despiadada de un niño cabrón, que cogía rabietas con cualquier cosa, siempre que sus pequeños muñequitos no le obedecían. Poco a poco, esas cosas empezaron a traérsela floja.

― Hubo un momento en el que niño quiso interactuar con nosotros, así que se creó un avatar (evidentemente, Jesucristo) y se metió en el mundo. Su padre le había regañado y le había explicado que no se podían traer plagas malignas ni matar gente así a saco por las buenas, sino que todo se solucionaba con el amor al prójimo y otras pijeces, así que decidió intentarlo. Lo intentó, y le salió mal. Sus propias creaciones lo asesinaron cruelmente... así que decidió resucitar. Y vengarse.

― Y se vengó de los judíos, por supuesto. ¿De dónde creéis que salió Hitler?

―Los recursos naturales se están agotando porque el niño se olvida de cargar el planeta.

― Los deja vu son los puntos en que el crío cojonero graba la partida, y cada vez que tenemos uno es porque la ha cargado desde ahí.


Y creo recordar que esas son todas las ideas extrañas que salieron... si recuerdo alguna otra, la añadiré (o si Jorge se acuerda cuando le obligue a leer este tocho tan largo que me ha salido). Sé que dejamos la conversación en los deja vu, porque seguidamente empezamos a desvariar sobre ellos... pero eso, queridos lectores, será en otra entrega de Teorías absurdas que no lo son tanto.