He vuelto :)
Debería haberme tatuado tu voz el cerebro, cuando tuve la oportunidad.
Me gustaba escucharla en mi cabeza, aunque fuese una versión distorsionada de la real, como si tuvieras gripe. Me hacía daño, pero creo que era mejor que el regusto amarillo que la ha sustituido y la falsa calma que me trae. Mejor que este silencio de algodón.
No estaba tan mal ser el pobre loco que oía voces, que escuchaba a su antigua novia en su mente. No era peligroso, las voces no me decían que quemara cosas ni nada parecido, y nunca hubo que llamar a la guardia civil para que viniera a buscarme. No le hacía daño a nadie, porque siempre supe que en realidad no eras tú. Tu voz sonaba distinta porque sólo eran recuerdos. Versiones distorsionadas de la realidad, a veces mejores, a veces peores, amplificadas o reducidas. Nunca iguales.
Pero unos días cuesta más que otros fingir que todo va bien en tu vida y en tu mente. Y llega uno en que ni siquiera lo consigues un poco, y la gente se horroriza al verte, como si vivir entre recuerdos fuese una especie de necrofilia insana. Y te ves obligado a sonreír hasta que pareces el jodido Gato de Cheshire, pero ya es demasiado tarde.
Así que ahora estoy sumido en este sueño barbitúrico, saturado de fármacos amarillos que recubren el mundo de azúcar glas, y en mi mente sólo hay silencio.
Realmente me hubiera gustado tatuarme tu voz en el cerebro. Prefería estar triste y recordarte a creer que soy feliz y que te he olvidado.
Porque si nuestra vida fuese una de esas historias que solíamos ver en West End, tú te darías cuenta de que nadie te querrá nunca como yo y volverías conmigo. O yo me daría cuenta de que no puedo vivir sin ti y me suicidaría de una vez. Sería un final feliz o triste, dialogado o mímico; de un modo u otro, esto terminaría.
Pero en la vida real casi todas las cosas se quedan a medias.
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