martes, 20 de abril de 2010

Entrada emo


Esta noche he encontrado una especie de diario que escribí el año pasado, durante los dos primeros meses del 2009. Digo «especie de» porque no era un diario como tal, sino un cuaderno donde apuntaba chorradas que me pasaban por la cabeza (no lo que había hecho cada día).

He estado releyendo algunas partes, y me he dado cuenta de lo jodida que estaba entonces. Realmente jodida, como pocas veces he llegado a estar.

Voy a copiar un trozo, en concreto de enero de 2009, que escribí en un rato de divagaciones en un Starbucks mientras intentaba que de mi mente saliese algo productivo. Está sin retocar, tal y como salió en ese momento.

A veces siento que todo se desparrama, que nada tiene sentido, que no hay sentido de la vida, ni nada absoluto, ni una verdad oculta. Sólo células haciendo su trabajo, desgastándose, deteniéndose, descomponiéndose después. Quizá no hay motivos para nada, nada que encontrar, sólo la apatía de un mundo animado pero sin pensamiento.

Nos movemos por impulsos de necesidades fisiológicas, por impulsos de felicidad e impulsos de dolor. Y no hay nada más detrás. La filosofía es un enorme engaño, incluso para los que participan en él.

El ser humano necesita encontrarle sentido a las cosas, o al menos buscarlo. Porque si creemos que lo que hacemos tiene un sentido, que el dolor que nos desborda tiene un sentido, seguimos adelante, aunque no lo conozcamos.

Quizá el suicidio sea para los que comprenden que no lo hay. Y el propio sistema que forma el ser humano los elimina, por ser piezas defectuosas en el engranaje.

Siempre encontramos un sentido, por pequeño y absurdo que sea, y eso nos hace continuar funcionando.

Tal vez estoy averiada. Quizá en eso consiste la depresión, en estar averiado.


Link de la imagen.

1 comentario:

Laia dijo...

Wala, Isa.
Me ha impresionado mucho el texto.