miércoles, 3 de junio de 2009

Huyendo de la soledad (2)

― ¿Puedo?― señala un taburete vacío en la mesa del chico, con una sonrisa sesgada.
― S…sí… claro…― acierta a decir éste, y clava la vista en sus propias manos después de lanzarle una breve mirada azorada.
― Espero no molestarte, es que no he podido evitar fijarme…― hace una pausa deliberada mientras toma asiento lentamente, alargando cada movimiento de un modo casi felino―. Tienes una guitarra muy bonita.
― No…no, no molestáis, señor.
― No soy ningún señor… ni necesito que me llamen de vos.
― Perdonad… digo, perdona― el chico sonríe un poco y sus ojos verdes se desvían a su guitarra―. Es una herencia familiar, mi tío era bardo.
― Parece muy buena― observa el instrumento, que es realmente de calidad―. Supongo que la cuidarás bien.
― Claro que sí, la limpio todos los días, y le afino las cuerdas― su timidez se va transformando en orgullo.
― ¿Y la tocas?― ladea la cabeza y se echa un poco hacia delante―. Sería una lástima que no lo hicieras.
― A veces…― vuelve a sonreír, tímido de nuevo.
― ¿Podría escucharte? Me gusta la música.
― ¿Aquí?― mira aterrado a su alrededor.
― ¿No has venido para eso?― se echa otra vez hacia atrás, ampliando su sonrisa, y apoya la barbilla en la mano derecha.
― Bueno, sí, pero… me da vergüenza. Hay demasiada gente.

«Me lo acabas de poner en bandeja», piensa, y se la juega esperando no haberse precipitado.

― Podemos ir a un sitio más tranquilo…― hace otra pausa deliberada―… a escuchar tu música. Sólo si tú quieres, claro.

El muchacho duda, como si debatiese algo consigo mismo. Le mira un segundo a los ojos, armándose de valor, y él le sostiene la mirada sin perder la sonrisa sesgada, para evitar así que baje la vista una vez más.

― Está bien― asiente finalmente, y se muerde el labio en un gesto de nerviosismo.

El camino hasta su casa es bastante fácil. El muchacho parece algo reacio a meterse en el barrio convicto, pero se tranquiliza al asegurarle que con él no le sucederá nada malo. Es demasiado sencillo convencerle. Sólo lleva una daga en el cinturón, y se deja llevar a un barrio peligroso por un desconocido armado. Ha tenido suerte de topar con él y no con cualquier delincuente.

Abre la puerta y le hace un gesto para invitarle a entrar al salón. Últimamente ha estado bebiendo demasiado; el suelo está lleno de botellas, frascos vacíos de las pociones de Max y papeles arrugados con intentos de nuevas canciones. El chico mira a su alrededor con curiosidad y toma asiento sobre los cojines del suelo, en respuesta a un amplio ademán suyo que señalaba éstos y la silla. Él se sienta a su lado, mantiene una distancia suficiente para no causarle incomodidad.

― Adelante― asiente con la cabeza, cruza las piernas y deja el estoque enfundado a un lado, lejos de ambos―. Imagina que estás solo, así te será más fácil.

El muchacho pone la guitarra en su regazo y toma aire, tratando de paliar el nerviosismo. Cierra sus ojos verdes y comienza a tocar, al principio de forma vacilante, pero va ganando seguridad poco a poco. Es una canción popular, conocida simplemente como La Canción del Bardo, que casi todo el mundo ha escuchado alguna vez. Se nota que está aprendiendo y que no está acostumbrado a tocar en público, sobre todo por la falta de confianza, pero su voz es bonita y es evidente que tiene un buen potencial. Cuando acaba la última nota lo mira con timidez, esperando su reacción. Él le vuelve a sonreír.

― Lo haces bien. Si sigues practicando llegarás a ser muy bueno…― deja la frase a medias―. No me has dicho tu nombre.
― Adrian…
― Un placer, Adrian. Yo soy Reger.
― ¿Reger? – el chico abre los ojos como platos, poniéndose tenso―. ¿Reger el bardo?
― Pues… sí, supongo, no creo que haya más con mi nombre― está sorprendido, no esperaba que le fuese a reconocer.
― Pero… vos… he oído que sois muy bueno― enrojece de nuevo―. Dicen cosas increíbles de vos, y también que… que…
― ¿Qué es lo que dicen de mí?
― Nada― afirma con tono tajante, bajando la vista, mientras su rostro adquiere el color de un tomate maduro.

«Que me gustan los hombres, eso es lo que dicen».

― Sólo soy un músico más, como tú. Y creo que ya habíamos comentado lo de hablarme de vos…
― Lo siento… dioses, he tocado delante de vos… de ti… te habrá parecido de lo más mediocre, y…
― Lo has hecho muy bien― le interrumpe―. No sé qué habrás oído de mí, pero te aseguro que no soy uno de los grandes, como Aldur Lavannah, Iowan de Marco o Arganos Growen.
― ¿Podrías…? – reúne valor para concluir la frase―. ¿Podrías tocar algo?
― Imagino que es lo justo, una canción por otra― asiente, mientras Adrian le tiende tímidamente su guitarra.

Toca unas notas sueltas, para familiarizarse con el instrumento, y después comienza a interpretar una de sus canciones. La primera que tocó en Tel al regresar, en aquella hoguera que ya no existe.


Concluye y le devuelve la guitarra, mirándole a los ojos. El chico le sostiene la mirada, como en trance, antes de parpadear un par de veces.

― Eres incluso mejor de lo que dicen― asegura, casi en un susurro. Le roza la mano un instante al coger la guitarra, sin querer, y la retira como si estuviese cargada de electricidad.
― ¿Cuántos años tienes, Adrian?― le dice en voz baja, y se aproxima un poco.
― Diecisiete…
― Es una buena edad para…― se humedece los labios―… empezar a tocar en serio.

El chico reacciona ante su cercanía; puede percibir su excitación en su forma de respirar. Y eso hace que aumente la suya.

― Yo… nunca… ― empieza a decir Adrian, con el deseo patente en sus ojos―. Nunca he estado con un hombre.
― Eso no importa― le susurra, acercando el rostro a su oído―. Lo único que importa es si quieres.

La respiración del muchacho se agita, está asustado pero al mismo tiempo le cuesta contenerse. Sabe que debe tratarlo con cuidado, entiende perfectamente por lo que está pasando.

― ¿Quieres…?― le besa suavemente la oreja, muy despacio.

Adrian cierra los ojos y asiente; un simple vistazo le muestra que su excitación es más que obvia. Evitando ser brusco, acaricia su cabello rubio con delicadeza y une sus labios a los suyos.

2 comentarios:

El_Darko dijo...

Por supuesto que no es como iowan de Marko. Para eso hace falta estilo xD

Laia dijo...

Me ha gustado.

Un besote