jueves, 24 de septiembre de 2009

Criaturitas, de Douglas Coupland

Esto es un fragmento de La vida después de Dios, de Douglas Coupland (el escritor que acuñó la conocida como «Generación X»). Este texto me inspiró para escribir mis cuentos de animalitos (podéis encontrarlos con la etiqueta «Criaturitas»), y tengo que ponerlo aquí como homenaje. Si alguna vez consigo publicarlos, espero no tener problemas legales para poner esto como prólogo.


Así que, de improviso, dije lo primero que se me pasó por la cabeza y te conté la historia de Gaficán.
― ¿Gaficán?― preguntaste.
― Sí, Gaficán… el perro que lleva gafas.
Y luego me preguntaste que qué hacía Gaficán, y no se me ocurrió nada aparte del hecho de que llevaba gafas.
Insististe y por eso te contesté:
― Verás, estaba previsto que Gaficán fuera uno de los protagonistas de la serie de libros Un Gato en el Sombrero, lo que pasaba…
― ¿Qué era lo que pasaba?― quisiste saber.
― Pues que tenía problemas con la bebida – contesté.
― Lo mismo que el abuelo― dijiste tú, encantada de poder establecer una conexión con la vida real.
― Eso me parece.


Como después quisiste oír otra historia sobre animales, te pregunté si sabías algo de la Ardilla Ardillizada. Respondiste que no. De modo que continué:
― Bien, pues Ardillizada iba a hacer una exposición de cuadros de bellotas en una galería de arte de Vancouver, pero…
― ¿Pero qué?― preguntaste tú.
― Pero la señora Ardillizada tuvo ardillitas y entonces se vio obligada a conseguir un trabajo en la fábrica de mantequilla de cacahuete, y nunca pudo terminar su obra.
― Oh.


Hice una pausa.
― ¿Quieres que te cuente algo más de otros animales?
― Pues sí― respondiste con cierta ambigüedad.
― ¿Sabes quién era la Gatita Chispa?
― No.
― Bien, pues Chispa algún día llegaría a ser estrella de cine. Pero recibió tantas facturas de su MasterCard que tuvo que ponerse a trabajar de cajera en el Banco Hong Kong de Canadá para pagarlas. No había pasado mucho tiempo, cuando ya era demasiado mayor para tratar de convertirse en estrella de cine, o perdió la ambición de serlo, o ambas cosas. Y vio que era más fácil limitarse a hablar de ello en lugar de hacerlo de verdad…
― ¿Y qué?― me preguntaste.


― Nada, pequeña― dije yo, interrumpiéndome de golpe; repentinamente sentí más espanto del que puedas imaginar por haberte llenado la cabeza con semejantes historias; historias de hermosas criaturitas que estaban destinadas a formar parte de un cuento de hadas pero que se perdieron por el camino.



Imagen escaneada del libro.

2 comentarios:

El_Darko dijo...

Es como Phoebe, es genial xD

Laia dijo...

Estoy de acuerdo con Darko. Me encanta.

Un besazo