viernes, 20 de marzo de 2009

El libro



Esto no llega a ser un relato exactamente, es algo que escribí después de una sesión de Cthulhu especialmente buena, contando lo que había pasado. Imagino que costará un poco entenderlo porque tiene muchísimas referencias a la historia de la partida, pero voy a aclarar cuatro cosillas antes para facilitarlo. Mi pj era George, un ventrilocuo ex-heroinómano que solía llevar un mapache morado llamado Bernie. Calixta es mi pj de reemplazo, novia de George, lider de una secta y bastante hija de puta. Sick Boy es un camello que aparecía en cierto momento de la partida, Legrasse es un inspector con algo turbio, y el resto de nombres que aparecen son de los demás pjs.
Esta historia empieza en el hospital, donde han acabado casi todos por culpa de una lucha con unos zombies, y de mi habilidad suprema con los dados (saqué una pifia estupenda mientras manipulaba un lanzallamas xD).
El master se curró una historia distinta para cada jugador, aquí va la mía:




Suena el teléfono, una y otra vez. Me despierto e instintivamente alargo la mano hacia la mesilla de noche, pero no hay nada en ella. La punzada de dolor que me recorre la espalda me hace recordar donde estoy y abro los ojos. La habitación del hospital está vacía, Ahmed no está en su cama ni Leo en el sillón, y el teléfono continúa sonando. Pero no hay ningún teléfono. Me siento en la cama, ignorando el dolor, y escucho que el sonido viene del baño. Voy hasta allí y abro la puerta, pensando que alguien se ha dejado el móvil dentro. No hay ningún móvil; lo que suena es el teléfono de la ducha. Lo cojo, desconcertado. Es Calixta. Me pregunta por la investigación, y algo no cuadra, su voz es demasiado alegre. Quiere saber si he encontrado el libro. Entonces su tono cambia, se vuelve imperativo. Me dice que debo encontrar el libro, que debo encontrarlo para ella. Que sé dónde conseguir las fuerzas para que no me duelan las heridas. Que siga el camino de baldosas amarillas hasta el Conejo Blanco. Y cuelga. Me doy la vuelta, sosteniendo aún la ducha, y veo que ante mí hay un camino de baldosas con un horrible símbolo que brilla con un lúgubre y enfermizo color amarillo. Da miedo. Salgo del baño siguiendo las baldosas, que llegan hasta la puerta de mi habitación. La abro y salgo fuera, vestido con el pijama del hospital y sin nada en las manos. Calixta me ha pedido que siga el camino, y ella no dejaría que me ocurriese nada malo. Me quiere. El pasillo está oscuro, las luces del techo parpadean. Escucho un sonido inquietante, notas discordantes de una flauta, y siento que hay algo a un lado del pasillo, algo malvado, algo que da miedo. Pero el camino va en la otra dirección, y lo sigo. Llega hasta la escalera de incendios. Salgo, acompañado por el sonido de la flauta, y veo a Bernie colgado en la pared del edificio, esperándome. Es enorme, morado, y su sonrisa está llena de dientes afilados, él también da miedo. Siento que mi cordura se escurre como la arena entre los dedos, y quiero gritar, pero él empieza a hablarme. Dice cosas extrañas sobre esta realidad, sobre mí mismo y mis otros yo. Me pregunta qué busco, le digo que el libro. Me dice que él es sólo un mapache de mierda, trepa por la pared y me deja allí. El camino amarillo continúa por la escalera de incendios, la flauta sigue sonando y yo empiezo a bajar. En un piso se oyen gritos, trato de abrir la puerta pero está cerrada. En el siguiente las notas de la flauta se mezclan con cánticos oscuros que hablan de seres oscuros: Ybb-Tstll, Bugg Sash, Nyothga. En el último piso hay sangre manando bajo la puerta. Me moja los pies. Tengo mucho miedo, quiero volver a la cama y cubrirme la cabeza con las sábanas. Pero debo seguir el camino, debo encontrar al Conejo Blanco y conseguir el libro para Calixta. Ella confía en mí, no puedo fallarle. No puedo seguir siendo un maldito fracasado. Las baldosas me llevan hasta un callejón. Allí está Sick Boy, con una bata blanca de médico sobre el traje y una jeringuilla llena de un repugnante y espeso líquido negro. Calixta está abrazada a él, toca esa melodía demencial con una flauta y sonríe. Se ríe de mí. Sabe hasta qué punto dependo de ella y se ríe de mí. Pero no es ella, y al mismo tiempo sí lo es. Es más vieja, más joven. Es la chica de la biblioteca. Sick Boy me pregunta si quiero drogas. Nunca las había necesitado tanto. Digo que sí, aparecen réplicas mías con jeringuillas, se me echan encima. Dicen que todo es culpa mía. Me pinchan. Grito. Sick Boy me clava la jeringuilla en el ojo, sigo gritando, siento como esa cosa negra entra en mí, me va deshaciendo a su paso, me asfixia, el dolor es espantoso, y mientras la flauta sigue sonando y sonando. Y entonces despierto.



Me siento en la cama, gritando, cubriéndome el rostro con las manos. Tardo unos segundos en darme cuenta de que estoy en la habitación del hospital. Solo. Me tumbo otra vez y trato de relajarme para que mi corazón recupere el ritmo normal. Pero algo no va bien. Mis manos… Las levanto de nuevo y las miro. No son mis manos. Mi pulso vuelve a acelerarse. No son mis manos. Son diferentes, más pequeñas, con más vello. Cierros los ojos, los abro, y siguen ahí. Vello oscuro, no rubio. No son mis manos. Me levanto de un salto, jadeando de terror, y una parte de mí es vagamente consciente de que ya no me duele la espalda. Voy hacia la puerta, pero no se abre. Estoy muy asustado. No son mis manos. Me asalta la urgencia de comprobar que soy yo, que soy George. Tengo que ser yo. Pero no son mis manos. Voy al baño, agachando como siempre la cabeza de forma instintiva al entrar, para evitar golpearme con la parte superior del marco de la puerta, y apenas me doy cuenta de que ha sido innecesario. Respiro hondo y me enfrento al espejo. Y grito. No son mis manos. No soy yo. Soy Legrasse.




Me despiertan mis propios gritos. Estoy otra vez en la habitación del hospital, incorporado en la cama, y el infierno que ha estallado en mi espalda por haberme movido tan bruscamente me obliga a contener el aliento. Casi no me atrevo a mirar mis manos. Me doy cuenta de que estoy solo, no hay rastro de Ahmed ni de Leo. Escucho algo en el pasillo. Me levanto y salgo, preguntándome si sigo soñando. El pasillo está oscuro y las luces parpadean, como antes. Siento una presencia malvada. Allí están los demás: Ahmed, Leo, Layla y Arigato. Todos llevan pijamas blancos del hospital, incluso Leo, y parecen tan desconcertados y asustados como yo. La presencia se hace visible, y mi mente se convulsiona una vez más. Ante nosotros hay un ser terrible y demencial, de un color blanco mortecino, su rostro es la oscuridad. Entonces todo se vuelve confuso, muchas cosas ocurren a la vez. Leo se lanza sobre el monstruo con un palo, Arigato es tragada por un agujero, Layla grita algo sobre el polvo de Suleiman y extiende la mano, Ahmed cierra los ojos y permanece inmóvil, en su pecho hay un pentagrama tatuado. No sé qué hacer. Pienso en el polvo de Suleiman y trato de que aparezca en mi mano, como Layla, pero no ocurre nada. El palo de Leo se hace pedazos y el monstruo se enfurece. Corro hacia Arigato, el agujero que la tiene atrapada está lleno de dientes. Tiro de ella, pero no consigo sacarla de allí. Layla le echa algo encima al ser. Le duele. La golpea y ella cae, inmóvil. Puede que esté muerta. Pienso en acercarme, pero Arigato grita y trata de subir, y la tengo más cerca. Tiro otra vez de sus brazos y la saco fuera. Leo parece concentrarse, Ahmed susurra palabras en árabe. Layla sigue sin moverse. El monstruo se cierne sobre Leo, y yo comprendo que tengo que despertar. Arigato se desvanece en el aire, sin dejar rastro. El aire en torno a Ahmed comienza a brillar. Cierro los ojos y deseo despertarme. Con todas mis fuerzas.




Y despierto. No sé si sigo soñando. Estoy en la habitación del hospital.






Imagen sacada de DeviantART, para variar.

4 comentarios:

El_Darko dijo...

Ya me lo pasaste en su dia, pero te lo vuelvo a decir: Has conseguido que sea paranoico de verdad xD

Dama Blanca dijo...

Me ha costado mucho tiempo leer esta cosa tan larga T_T
pero mola mucho :D

¿Puedo a partir de ahora llamarte Shubby Doo? :3

Shubby dijo...

Es que va casi todo seguido, sin separarse en párrafos, pero tenía que ser así xD

Dama Blanca dijo...

Anónimo dice:

C
u
e
n
t
a

C
u
e
n
t
o
s

:)