jueves, 26 de marzo de 2009

Intimidad


Me apetecía un rato de divagaciones por escrito, al fin y al cabo para eso me hice el maldito blog. Así que aquí estoy de nuevo, contando mi vida.

Hace un par de noches estaba en uno de esos momentos de insomnio relajados (los llamaré así para distinguirlos de los momentos de insomnio en que te pones histérico y deseas morir o matar a alguien, o ambas cosas), a eso de las 5 de la mañana, pensando tan feliz en mis cosas. Lo de "tan feliz" es más bien una forma de hablar, claro, porque aunque era un momento relajado, no me sentía especialmente feliz. El caso es que me dio por pensar en la idea de intimidad que hay en mi familia, que es rara de cojones.

Para eso debería explicar a quién no lo sepa cómo está distribuida mi casa. La primera parte es normal: un recibidor que da a un pasillo, del que salen las puertas que dan al cuarto de estar, al baño y a la cocina. Y ahí acaba toda la normalidad. El pasillo muere en la puerta de la habitación de mi hermano. Ésta se comunica con otra puerta con la mía (que antes compartía con mi hermana), y la mía con la de mis padres. Si me he explicado bien, ya debe de quedar claro que, por ejemplo, para llegar a su habitación mi madre tiene que pasar antes por la de mi hermano y la mía.

Con esta distribución hogareña, es evidente que el concepto de intimidad es un gran desconocido para nosotros. Además, la puerta entre mi habitación y la de mi hermano ha estado siempre tradicionalmente abierta, aunque estos últimos años la suelo cerrar, al menos durante la noche. En mi casa nunca se ha practicado eso de llamar a la puerta de la habitación de alguien; se entra y punto.

Por el contrario, mi familia tiene una idea de intimidad excesiva en lo referente al baño, y a cambiarse delante de otra persona. Toda la vida nos hemos cambiado de ropa en el baño, que tiene cerrojo. A estas alturas de mi vida no concibo un baño sin cerrojo, me dan muy mal rollo los que no lo tienen. Nunca hemos visto a otro miembro de la familia haciendo pis, ni cambiándose... la excepción la poníamos mi hermana y yo, que nos daba más igual y muchas veces nos cambiábamos juntas de ropa. Pero nadie se pasea por la casa en calzoncillos, o sale de la ducha en ropa interior, ni nada por el estilo.

Como me habían educado así, tardé años en comprender que todo eso es raro. Hoy en día, me cambio en mi habitación, cosa que a mis padres y hermano les causa algo de inquietud (recordad que en mi casa no se llama a las puertas). Ya me da igual que me vean, al fin y al cabo son mi maldita familia, no extraños; pero ellos se sienten incómodos con el tema. Si alguna vez me olvido los pantalones en mi habitación y salgo de la ducha en bragas, se crea un cataclismo familiar.

Lo del baño sí que no lo he superado. Soy literalmente incapaz de mear si hay alguien conmigo. Ni siquiera aunque me esté hablando desde el otro lado de la puerta. Y tampoco puedo hacerlo si no estoy segura de que la puerta no va a abrirse. Ya ni hablemos de esas parejas que hacen sus necesidades (voy a ser fina por una vez en mi vida) mientras el otro está lavándose los dientes, y cosas así. Nunca seré capaz de algo así (ni de mear mientras mi pareja se lava los dientes, ni de lavarme los dientes mientras él mea... y acabo de mandar al carajo la finura).

En ese momento de insomnio relajado, llegué a la conclusión de que posiblemente gran parte de mis extraños tabúes e incapacidades surrealistas, y una pequeña parte de mis obsesiones y otros problemas mentales, vengan de ese complejo concepto de intimidad, inexistente en unos puntos y demasiado férreo en otros. Nunca he sabido lo que es encerrarme en mi habitación, cosa que todo niño y adolescente necesita de vez en cuando. Creo que de ahí deriva también que mi familia no me haya visto llorar más que un par de veces en los últimos 12 o 13 años, cuando soy una de las personas más lloronas que conozco (en eso el baño con cerrojo ha resultado ser muy útil). Creo que ellos piensan que no lloro nunca, lo cual es bastante irónico. Me toman por una persona fuerte que lo soporta todo sin venirse abajo... definitivamente, mi familia no me conoce apenas.

A lo mejor esta ha sido mi forma de crear una puerta cerrada, de esas que nunca he tenido en casa. Estoy segura de que si le preguntan a cualquier miembro de mi familia si soy una persona alegre, dirían que sí sin dudarlo un momento. Y yo ni siquiera sabría qué decir sobre ellos... supongo que también han tenido que crear sus propias puertas.



O quizá todo esto no tenga nada que ver, y simplemente estoy loca porque sí. Pero siempre es mejor echarle la culpa a otro, ¿no?

4 comentarios:

Dama Blanca dijo...

Yo creo que simplemente estás como una regadera :)

Yo sería incapaz de vivir en una habitación con mi hermana, que es bastante pesada la pobre, sepultada entre mis padres (con los que no tengo especialmente buena relación, al menos con mi padre) y por mi hermano (que es un auténtico maniático de los ruidos y no puede dormir si hay un reloj cerca haciendo tic-tac xD)

En mi casa en realidad meamos todos en compañía jajaja hasta cagamos en compañía, es que... estamos tan unidos... sólo nos falta limpiarnos el culo unos a otros (L) xDDDD

¡Guapa! :D

El_Darko dijo...

Vaya, ese comentario de Laura ha sido bastante escatalogico y descriptivo el mismo tiempo xD
La verdad es que si que es raro de cojones, yo compartí habitación con mi hermano de pequeño y luego tuve mi habitacion, como sabes, en el centro de la casa, sin ventanas ni nada. Parece mas una celda que una habitacion xD pero la verdad es que ayuda tener un espacio propio...

Unknown dijo...

Pues yo podría ser perfectamente el hermano de Dama blanca...no aguanto un reloj analógico en el mismo cuarto que yo. Sin embargo si que he silenciado en mi oído la frecuencia a la que suena mi ordenador por la noche xD.

En mi casa no existía la privacidad antes, cuando vivía mi padre aquí. Ahora somos mas independientes cada uno y mas felices teniendo una parcela propia donde hacer el ganso. De hecho mi hermano se encarga de cerrarme la habitacion cada vez que pasa por el pasillo para ir a su cuarto por si me molesta su música o que esté pasando cada 2 x 3... a veces me entran ganas de cortarle las manos por cerrarme. Pero luego recuerdo que me regaló una psp y se me pasa.

piradaperdida dijo...

En mi casa es curioso: las puertas siempre estaban abiertas pero daba igual si ibas en bragas o en bolas, supongo que porque siempre he sentido como "intimidad" la casa entera, con mis padres dentro y todo.

Muy pocas veces he sentido la necesidad de cerrar la puerta de mi habitación. Es curioso, no sé si es por cómo me han educado, o por cómo soy, o por cómo son ellos, o una mezcla de todas, pero el caso es que siempre les he contado casi todo sobre mi vida, y las pocas veces que no lo he hecho, ellos han respetado eso y han confiado en que si no lo sabían, era porque era lo mejor.

¿Qué es más raro, lo tuyo o lo mío? No lo sé, simplemente es. Lo que sí es cierto y estoy completamente de acuerdo contigo en que ese tipo de cosas nos condicionan profundamente como personas y en nuestra forma de relacionarnos. Pero eso no es malo...

Si tú y yo, por ejemplo, fuéramos iguales seguro que no nos querríamos tanto, así que en el fondo me alegro de que tu casa sea así :)